Jerónimo de Ayanz, otro olvidado genio español
Dicen que la primera aplicación del vapor a un actividad industrial fue invención de Thomas Savery en 1698. También es sabido que la invención del submarino fue obra de Isaac Peral en 1885. La creación del aire acondicionado se le atribuye a Willis Haviland Carrier en los albores del siglo XX. Y, aunque con alguna reticencia, la invención del traje de buzo es cosa de Augustus Siebe y otros inventores en los inicios del siglo XIX. Pero a todos estos se les adelanto un genio del siglo de oro español, don Jerónimo de Ayanz y Beaumont (1553-1613).
Hijo de familia noble y militar luchó con los ejércitos imperiales por media Europa, siendo recordado por sus compañeros nos solo por su arrojo y valentía, sino también por ser poseedor de una fuerza descomunal, llegando a ser citado por Lope de Vega en una de sus comedias titulada "Lo que pasa en una tarde". También destacó como pintor y músico, e incluso como cosmógrafo, todo un hombre del renacimiento. Cuando volvió de sus campañas en Flandes inició su carrera política, y tras muchos cargos fue nombrado en 1587 Administrador General de las minas del reino de España. Y fue en este cargo, aparentemente burocrático y sin interés, donde comenzó su asombrosa carrera como inventor.
Queriendo desempeñar su cargo con eficacia observó los problemas que tenían las minas de la época, principalmente la contaminación del aire y la acumulación de agua en su interior. Para solucionar este segundo problema ideo un sistema de sifón con intercambiador por el que aprovechaba la energía del agua que se usaba para lavar el mineral para bombear el agua que inundaba el fondo de la mina. Este sistema fue la primera aplicación practica del principio científico de la presión atmosférica, enunciado cincuenta años mas tarde. No contento con esto inventó y patentó la primera maquina de vapor (con permiso de nuestro viejo conocido Herón de Alejandria) casi un siglo antes que el mencionado Savery, cuyo invento hacia lo mismo que el de Ayanz y, sorprendentemente, de una manera muy parecida. Con este ingenio usaba la fuerza del vapor para impulsar el agua contaminada que inundaba las minas y sacarlas al exterior por una tubería. No contento con esto usó este mismo sistema pero al revés para inyectar aire limpio en la mina. Y, demostrando su talento, hizo pasar este aire por nieve con lo cual lo refrigeraba y entraba fresquito en las galerías Acababa de inventar el aire acondicionado, 300 años antes que Carrier.
Pero no paró aquí la cosa, le tomo le gusto al asunto y ya se sabe que "el inventar y el rascar todo es empezar". Obsesionado por mejorar la productividad y el aprovechamiento de las minas ideó decenas de inventos "menores" como sistemas mecánicos de extracción del mineral, molinos de rodillos metálicos (reinventados en el XIX), bombas mejoradas, un sistema para medir el "par motor" (dato sobre la eficiencia que podemos ven en las fichas de los coches), y un largo etcétera.
Pero su genialidad también salio de la mina. Creó una balanza de una precisión extraordinaria para la época, en palabras de quienes usaron "capaz de pesar la pata de una mosca". Estudió las brújulas y fue de los primeros en trabajar sobre la declinación magnética, fabricando una brújula capaz de tenerla en cuenta. Construyó un horno para destilar agua con la idea de que formara parte del equipamiento de los barcos que realizaban la travesía del Atlántico para poder transformas el agua del maren potable. Y sin salir del mar ingenio una barca submarina a la que dotó de guantes exteriores, al estilo de las incubadoras, con los que podía manipular el exterior.
Tan grandes fueron sus logros que llegaron a los oídos del mismísimo Felipe III, que mandó a dos científicos de su corte a la casa de Ayanz para comprobar la realidad de sus inventos. No solo la comprobaron, si no que quedaron maravillados de todo lo que encontraron allí, llegando a decir que si un solo hombre había creado todo aquello era cuestión " de la magia o de la providencia". Y aquí llegó otro de los grandes momentos de nuestro personaje. El rey vio demostraciones de muchos de sus ingenios pero había uno que le llamó poderosamente la atención, un extraño traje con el que se podía sumergirse en el mar durante largo tiempo, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid pues se fueron todos para allá a comprobar la eficacia del invento. Mientras el rey y su séquito observaban desde la galera real se produjo la primera inmersión documentada de un buzo en todo el mundo. Durante una hora permaneció sumergido en las aguas del Pisuerga a tres metros de profundidad. Y solo estuvo una hora, no porque el traje diese algún tipo de problemas, si no porque Felipe III ya estaba algo aburrido de que no pasase nada y dio por terminada la prueba. El mismo Felipe III firmó en 1616 un privilegio de invención, lo que hoy llamaríamos patentes, reconociendole hasta cuarenta y ocho inventos.
Varios investigadores que están estudiando su figura en la actualidad no dudan en nombrarlo "el Da Vinci español". Pero yo creo que hay un importante diferencia a favor de Ayanz, mientras la mayoría de ingenios de Leonardo solo existen en papel, nuestro héroe los construyó realmente y se utilizaron. Este último del traje de buzo se usaba para reparar los fondos de los barcos. Todos sus ingenios de minería eran utilizados en diversas explotaciones, destacando una de oro en Guadalcanal que el propio Ayanz compró por dos chavos, ya que era impracticable por las inundaciones de agua. Su inventos la revitalizaron y le dio pingües beneficios.
Y para acabar esta extensísima entrada (igual la tendria que haber partido en dos al estilo de mi amigo Uriel) que mejor que autocitarme y repetir el final de uno de mis primeros artículos en esta bitácora, el dedicado al también genio, también español y también olvidado Torres Quevedo (entrada que os recomiendo vivamente).
En fin, un auténtico genio que de haber nacido en New York, Londres o Paris estaría en boca de todos, pero tuvo que nacer en Guenduláin, España y por eso pocos saben de su existencia.
Tan grandes fueron sus logros que llegaron a los oídos del mismísimo Felipe III, que mandó a dos científicos de su corte a la casa de Ayanz para comprobar la realidad de sus inventos. No solo la comprobaron, si no que quedaron maravillados de todo lo que encontraron allí, llegando a decir que si un solo hombre había creado todo aquello era cuestión " de la magia o de la providencia". Y aquí llegó otro de los grandes momentos de nuestro personaje. El rey vio demostraciones de muchos de sus ingenios pero había uno que le llamó poderosamente la atención, un extraño traje con el que se podía sumergirse en el mar durante largo tiempo, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid pues se fueron todos para allá a comprobar la eficacia del invento. Mientras el rey y su séquito observaban desde la galera real se produjo la primera inmersión documentada de un buzo en todo el mundo. Durante una hora permaneció sumergido en las aguas del Pisuerga a tres metros de profundidad. Y solo estuvo una hora, no porque el traje diese algún tipo de problemas, si no porque Felipe III ya estaba algo aburrido de que no pasase nada y dio por terminada la prueba. El mismo Felipe III firmó en 1616 un privilegio de invención, lo que hoy llamaríamos patentes, reconociendole hasta cuarenta y ocho inventos.
Varios investigadores que están estudiando su figura en la actualidad no dudan en nombrarlo "el Da Vinci español". Pero yo creo que hay un importante diferencia a favor de Ayanz, mientras la mayoría de ingenios de Leonardo solo existen en papel, nuestro héroe los construyó realmente y se utilizaron. Este último del traje de buzo se usaba para reparar los fondos de los barcos. Todos sus ingenios de minería eran utilizados en diversas explotaciones, destacando una de oro en Guadalcanal que el propio Ayanz compró por dos chavos, ya que era impracticable por las inundaciones de agua. Su inventos la revitalizaron y le dio pingües beneficios.
Y para acabar esta extensísima entrada (igual la tendria que haber partido en dos al estilo de mi amigo Uriel) que mejor que autocitarme y repetir el final de uno de mis primeros artículos en esta bitácora, el dedicado al también genio, también español y también olvidado Torres Quevedo (entrada que os recomiendo vivamente).
En fin, un auténtico genio que de haber nacido en New York, Londres o Paris estaría en boca de todos, pero tuvo que nacer en Guenduláin, España y por eso pocos saben de su existencia.