¿Es posible juzgar a Dios? 1ª parte, Pavel Mircea
Como habréis podido observar mis entradas se empiezan a espaciar demasiado en el tiempo. No es por culpa de que vaya muy atareado ni de otros problemas técnicos, la realidad es que las musas me están abandonado, osease , que es culpa enteramente suya, quizás debería demandar a las musas por no cumplir con su parte del trato y no inspirarme para poder seguir con esta bitácora. Pero ¿seria posible demandar a las musas? a las musas no lo se, pero a Dios, el Supremo Hacedor, si que se le ha demandado varias veces, llegando incluso a sentarse en el banquillo en una ocasión. Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid (y no estan probando submarinos) voy a escribir tres entradas con este tema, así curare un poco mi sequía creadora. Espero no aburrir a mis amables, y pacientes, lectores.
Nuestra primera historia transcurre en Rumanía. Allí Pavel Mirza llevaba un vida difícil siempre envuelto en problemas y drogas. Alcohólico desde los catorce años tenia graves problemas de personalidad que ya le llevaron a distintos correccionales y reformatorios por varios delitos, la mayoría con violencia. Finalmente en el año 2.000 cogió un bate de béisbol y en estado de embriaguez empezó a atacar a varias personas al azar, matando a una de ellas a golpes, ademas de lesionar gravemente a dos mas. En el juicio fue declarado culpable y condenado a a cumplir veinte años de cárcel en la penitenciaria de Timisoara.
Pero en el 2.005 decidió, no sabemos si en una ataque de locura o de lucidez, que él no era el responsable de sus actos, sino el mismísimo Dios, ya que según él no le había protegido lo suficiente de la influencia maligna del Diablo. Intentó presentar una petición para quedar libre de la cárcel argumentando la culpabilidad de Dios, pero rápidamente le vio poco futuro al asunto. Sin embargo había algo que si que podía hacer, demandar al Supremo Hacedor por cohecho, estafa y abuso de autoridad. Todo esto argumentado y con sus correspondientes artículos del código penal. El texto principal de su demanda lo podríamos traducir mas o menos así:
Yo Pavel Mircea, en la penitenciaria de Timisoara, y condenado a veinte años de prisión por asesinato, pido que se abra un proceso penal contra el llamado Dios, con domicilio en el cielo y representado por la Iglesia Ortodoxa de Rumania y la Catedral Metropolitana de Timisoara, por los delitos recogidos en los artículos 215 (estafa), 221 (encubrimiento), 246 (abuso de autoridad), 256 (cohecho) y 257 (tráfico de influencias). El bautismo que recibí por parte de la iglesia constituye un contrato con el demandado por el que se comprometía a apartarme del diablo y mantenerme alejado de problemas. Hasta ahora la parte demandada no ha cumplido el contrato a pesar de que ha recibido de mi parte oraciones y otros bienes a cambio del perdón de los pecados y la promesa de que "voy a salir de los problemas y voy a tener una vida mejor", pero me dejó caer en las garras del Diablo.
Puede parecer una locura, y lo es, pero no me digáis que el concepto del bautismo como contrato vinculante entre Dios y el bautizado no deja de tener su intringulis. En la demanda pedía ademas de una indemnización, la devolución de todo el dinero gastado en velas y dádivas para la iglesia así como un pago por todas la horas perdidas rezando.
Y aunque parezca mentira la demanda no viajó directamente al cubo de la basura. Nadie se la tomó en serio, pero nadie quería ser el que la rechazase. La policía, los fiscales y los juzgados iban pasándose la patata caliente hasta que finalmente en 2007, dos años después de interponerla, se archivó al considerar que Dios no era una persona a efectos legales y que no se le conoce un domicilio.
Espero que os haya resultado un historia tan curiosa como a mí, pero si no os gusta ya sabéis que las culpables son las musas, por incumplimiento de contrato y por negligencia en el cumplimiento de sus funciones.
Enlace a la segunda parte, Ernie Chambers.
Enlace a la tercera parte, la URSS
Enlace a la segunda parte, Ernie Chambers.
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